Hemos visto en la pantalla a lo largo de las últimas tres décadas muchas películas sobre el futuro y muchas naves espaciales. Pero la belleza serena de éstas que aquí aparecen, en escenas lentas y larguísimas, no la hemos vuelto a degustar jamás. Tal vez hemos visto efectos especiales mejor hechos, pero ninguno en los que las imágenes empasten tan bien con las músicas elegidas, con ese vals o esas músicas de Ligeti y de Strauss, que cada vez que las oímos en cualquier parte nos remiten precisamente a algunos momentos de esta película.
Maravillosa obra maestra del maestro Kubrick, sólo para mentalidades abiertas
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